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Rewrite (Cap 5)

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Titulo: Rewrite

Pareja principal: SasukexHinata.

Clasificación: +18

Resumen: Por más que lo deseemos, la felicidad no es eterna, puedes alargar el momento de la despedida, pero eso no evitará que se marche. «Si la vida me diera una segunda oportunidad, quizás lo haría mejor ésta vez...»

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Capitulo 5:
El pináculo de una vida maravillosa

Todo evento suele pasar por un motivo en especifico, cuando Hinata despertó esa mañana supo que su momento había llegado, algo importante estaba por suceder.

Transcurrieron semanas, incluso meses desde la última vez que se sintió con tanta fuerza, lo previo tiempo atrás, un plan deliberadamente trazado desde la última vez que pudo ponerse en pie, plan emergente que le serviría como último recurso y que después de aguardar inútilmente, confiando en no verse obligada a actuar, finalmente pondría en marcha. Le tomó tiempo acumular la cantidad de chacra necesaria para el propósito que tenía en mente y si bien aún dudaba,  hizo de lado los remordimientos que su resolución pudiera causarle y concentró sus esfuerzos en hacer de ese día algo memorable.

Aún era temprano, lo supo porque Sasuke yacía profundamente dormido, siempre era el primero en levantarse y el último en ir a la cama, lo miró detenidamente por un largo rato; lucía tan apacible que se sintió algo culpable por causarle tantas molestias, prácticamente lo dejó a la deriva con la obligación que ambos debían compartir, pero confiaba en él, en su fortaleza y en su capacidad de tomar acertadamente las decisiones difíciles.

Cuidadosa de no despertarlo, dejó la cama, durante un instante las piernas le flaquearon por falta de uso, no se permitió renunciar, iba a sacarle el mayor provecho a la fuerza que la impulsaba esa mañana.

En silencio se vistió, arreglándose lo mejor posible para él, y haciendo uso de las habilidades shinobis alguna vez adquiridas, sigilosa se dirigió a la salida, cruzó el corredor, bajó las escaleras, siguiéndose directamente a la cocina, donde no había puesto un pie en meses, algo que se hizo notorio cuando cruzó el umbral de la puerta, cierto, estaba limpia y en perfecto orden, en ese aspecto Yoko era sumamente organizada, no obstante, todo los utensilios y víveres estaban acomodado en un lugar diferente al que ella recordaba.

Tomó un delantal y lo ató a su cintura, puso manos a la obra y comenzó a trastabillar de un lugar a otro, sacando cacerolas de aquí, utensilios de allá, cogiendo verduras frescas y algunos ingredientes más de la alacena. Haciendo un magistral uso del cuchillo, sus hábiles manos pelaron patatas y cortaron finamente los vegetales, mientras el agua hervía a fuego lento.

Extrañaba cocinar y hacer cualquier tipo de quehacer domestico, pasársela todo el día postrada no solo le debilitaba las fuerzas, su espíritu se veía disminuido. Dispuesta a no dejar inconcluso ninguno de sus objetivos, haría valer cada minuto y segundo.

-o-

El temor lo invadió al no verla a su lado, botó las mantas y como impulsado por un resorte se puso en pie, corrió al cuarto de baño, con lo débil que estaba, Hinata podía caer desmayada en cualquier sitio, abrió de golpe la puerta, escudriñó sin éxito hasta el último rincón; se siguió a la habitación de los mellizos, ambos dormían profundamente. Desesperado, llegó al final del corredor y prácticamente salteó las escaleras de un salto, cruzó por la sala de estar y el vestíbulo, pero nada.

- ¡¿Hinata?! – la llamó en voz alta sin recibir respuesta inmediata, la casa era grande, así que tal vez podría estar en el jardín – ¡¿Hinata dónde estás?! – siguió llamándole en vano, no fue hasta que pasó por el comedor que un singular olor lo hizo detenerse abrupto, siguió el exquisito aroma hasta la cocina, lugar en el que encontró a la desaparecida, batiendo quién sabe qué mezcla en un gran tazón.

- Buenos días querido – lo saludó con desfachatada naturalidad, sin dar muestra de querer detenerse en su labor.

- ¡¿Se puede saber qué demonios haces Hinata?! – repuso irritado e igualmente aliviado de que estuviera sana y salva.

- ¿Cocino? – respondió con la misma franqueza de antes, chupándose el dedo índice al probar la mezcla que tan afanosamente batía.

- Sé que cocinas, lo que no me explico es ¿por qué lo estás haciendo?, se supone que deberías estar descansando – se acercó a ella amenazante, con la clara intención de quitarle el tazón de las manos y regresarla a la cama, así fuera a rastras.

- Lo sé... lo sé... y antes de que me sermonees, entiende que ya estoy cansada de sentirme una invalida – no dio importancia a su evidente molestia y vació el contenido del tazón en un recipiente, que posteriormente metió en el horno previamente calentado de la estufa.

- Hinata es por tu bien, en cualquier momento tu corazón podría... – no pudo completar la oración, ella lo hizo por él, dando muestras una vez más de cuán bien podía leer sus pensamientos.

- ¿Detenerse?, soy consciente de ello y es precisamente por lo que no quiero pasar lo que me resta de vida en esa cama – desde que ella expresaba su verdadero modo de pensar, a Sasuke se le había hecho difícil, por no decir imposible, ejercer alguna clase de control sobre ella, si es que alguna vez logró hacer tal cosa.

- Me preocupas Hinata, no quiero que nada malo te pase – apenas hubo cerrado la puerta del horno la aludida se giró bruscamente para encararlo, no estaba nada contenta con él, el entrecejo arrugado la delataba.

- Pues ten por seguro que algo pasará si me sigues llamando Hinata – él no entendió su punto, ella apoyó ambas manos en las caderas, aseverando su semblante – me puedes decir ¿desde cuándo dejé de ser tu princesa? – el desconcierto pasó a ser un divertido gesto, esa mujer lo volvería loco un día de estos, sin poder refrenarse la abrazó y la apretó contra su pecho.

- Lo lamento ‘princesa’ – le susurró al oído, ganando a cambio una risita triunfal.

- Mucho mejor – correspondió gustosa el abrazo y hubiesen permanecido así por mucho tiempo, de no ser por una conocida vocecilla, que tal como acostumbraba, rompió su burbuja perfecta.

- ¡Madre! – chilló emocionado el pequeño Itachi, incrédulo de lo que veía, su madre estaba en pie y eso solo podía significar una cosa, estaba curada.

- Buenos días Itachi-kun – le sonrió dulcemente, el rostro del pequeño se iluminó y corrió a su lado, colgándose de su cintura.

- ¡Madre, te levantaste! – se escuchó un segundo chillido.

- Así es Mizuho-chan – y al igual que lo hiciera su hermano mayor, ésta también corrió para abrazarla.

- Hi-Hinata-sama… – Yoko no tardó en ser partícipe de la felicidad de los mellizos, contuvo sus ganas de abrazarla al estar Sasuke-sama presente – ¿ya se siente bien?

- Mejor que nunca – le dedicó una sonrisa sincera, y sin esperar más se puso a la altura de sus hijos, los abrazó y depositó un cálido beso en su frente, acto que esta vez el mellizo mayor no rechazó, contento de tener consigo a su querida madre – ahora, porque no suben a lavarse mientras termino el desayuno – ambos asintieron al uní solo y corrieron presurosos al cuarto de baño, la simple idea de probar la comida de su madre los ponía ansiosos, Yoko salió tras ellos, contagiada de su infantil alegría, en el fondo Yoko seguía siendo una niña, a menudo olvidaba su estatus en la familia y se dejaba llevar, demostrándolo claramente en la ingenuidad de su comportamiento – eso también iba para ti Sasuke – lo reprendió gentilmente al verlo de pie en el mismo lugar.

- No estoy seguro de creerte – el que se viera saludable no significaba que creyera la veracidad de su aparente fortaleza, no le cabía en la cabeza que milagrosamente de la noche a la mañana estuviera curada de un padecimiento que la imposibilitó por meses.

- Ya he dicho que estoy bien… – aprovechando que estaban solos, le echó los brazos al cuello, empleando otra clase de poder de convencimiento – Sasuke-koi ¿no crees que hemos estado muy distanciados últimamente? – el Uchiha tragó saliva al ser consciente de lo que pretendía, Hinata alborotó juguetona los cabellos, a lo largo de los años, los consejos de Ino le fueron de gran ayuda más de una vez y esta no sería la excepción – ¿te importaría pedirle a Sakura-chan hacerse cargo de los mellizos para tener una noche a solas? – incitándolo, rozó sus labios contra los suyos y en un susurro agregó algo que terminó por convencerlo – deseo tener la atención de Uchiha-sama solo para mí – la razón le advertía que debía ser firme y obligarla a descansar, el corazón echó por borda cualquier razonamiento, su rozagante estado de ánimo nubló su buen juicio y sumados los cinco meses de abstinencia, se obligó a ver lo que él quería y no el real peligro que representaba acceder a la tentativa propuesta.

- De... de acuerdo... – suspiró derrotado, Hinata sonrió feliz, apartándose al instante de él, privándolo de ansiado beso.

- Entonces anda a ducharte o se hará más tarde – y como si nada hubiera pasado volvió a sus labores culinarias, mientras Sasuke se marchaba obedientemente a cumplir lo dicho por ella, deseoso de que el día llegara su fin y pudieran estar a solas.

Hinata prosiguió felizmente con su labor, para cuando su familia hubo regresado al comedor, un exquisito banquete estaba dispuesto, paso tanto desde la última vez que se respiró tal aire de felicidad a la hora del desayuno, incluso Sasuke e Itachi hicieron las paces que tan deterioradas se vieron cuando el último se enteró de la verdad que su padre se empeñó en ocultar. Desde el día que lo supo, Itachi se negó a hablar con Sasuke, volviéndose gradualmente hostil con él, pero no esa mañana, teniendo a Hinata con ellos, sus rencillas pasaron a un segundo plano. Estaba más que claro que ella era la piedra angular de la familia Uchiha.

Al sentarse a la mesa, Yoko se sintió emocionada, sabía que no era correcto dada su posición, pero Hinata-sama insistió tanto, que no pudo negarse, inclusive Sasuke-sama no opuso objeción alguna, Yoko no cabía de gozo por poder disfrutar con ellos, como una verdadera familia, la familia que le fue arrebatada años atrás y que tan generosamente Hinata-sama compartía.

No recordaba haber visto nunca antes una sonrisa en Sasuke-sama, mucho menos la peculiar luz que vislumbraban sus negros ojos, un especial brillo del que entonces supo Hinata-sama era responsable, lejos de la ropa de cama, tampoco recordaba haber visto a su señora lucir tan arreglada, no podía creer lo hermosa que era, ataviada en un precioso kimono de seda color topacio y finas aplicaciones de flores. Los miró embobada y su sonrisa se amplió al darse cuenta de que ahora que Hinata-sama retomaba las riendas de su hogar, la paz se instauraría permanentemente.

Llegada la hora de partir a sus tareas cotidianas, Hinata decidió que esa mañana acompañaría a los mellizos a la academia, razón que puso a ambos sumamente felices y a Sasuke defensivo, no le agradó ni un poco la idea, una cosa era sentirse bien para andar por la casa y otra muy distinta era salir a la calle, más no hubo poder humano que la convenciera de lo contrario, sin quedarle otro remedio, el líder del renaciente Clan Uchiha terminó por acceder a su petición, no sin antes condicionarla, él los acompañaría.

A su paso no recibió más que muestras de afecto que retribuyó con una modesta sonrisa, dejó a los chicos en la academia y se despidió de ellos haciendo un ademán con su mano, Itachi renegó mentalmente, en mal momento su madre recordó que no le gustaban las muestras de afecto públicas, se moría de ganas por sentir una vez más el calor de su madre, pero era lo suficientemente orgulloso para aparentar lo contrario; impacientes esperarían la hora de salida, antes de marchar Hinata prometió recogerlos.

Llegado el turno de despedir a Sasuke, le costó muchísimo convencerlo de que estaría bien sola, como jefe de seguridad de la hoja, él tenía obligaciones por cumplir y ella debía prepararse para la noche especial que les aguardaba, bajo protesta Sasuke accedió dejarla ir, no sin antes hacerle jurar que a la menor molestia se apoyaría en Yoko para auxiliarla.

Por su parte Hinata tenía la doble intención de hacer varias visitas ese día, omitiendo ese detalle a Sasuke, su primera parada era la floristería Yamanaka, establecimiento del que desde hacía un par de años atrás Ino se hiciera cargo. Su amiga abandonó la carrera ninja con el fin de dedicar su tiempo completo a su marido y a su hijo, Sai e Inoue lo eran todo para ella, en ese entonces sus padres convinieron en dejar el negocio a su cuidado, confianza que ella pagó haciéndolo prosperar.

De camino a la floristería hubo algo que llamó peculiarmente su atención, normalmente a esa hora no habría una sola alma en el parque, pero en el área de los columpios una solitaria niña se balanceaba desganada, la mujer sonrió al reconocerla, sus cabellos rubios destellaban intensamente bajo los rayos del sol, Minako estaba tan absorta en sus pensamientos, que no advirtió el momento en el que Hinata se acercó a ella.

- Si no te apresuras, llegaras tarde a la academia Mina-chan – tomó asiento en el columpio contiguo al de la pequeña.

- ¡Hi-Hinata-oba! – la miró con ojos bien abiertos – ¡¿qué haces aquí?!

- Creo que debería ser yo quien haga esa pregunta ¿no lo crees? – no se inmutó al ver la escandalizada reacción de Minako, la rubia tenía los ojos tan desorbitados como si acabase de ver un fantasma. La niña bajó la mirada exhalando un pesaroso suspiro, a Hinata no le pasó desapercibido el abatimiento en el estado de ánimo del "torbellino de Konoha", nombre con el que Naruto solía catalogar a su primogénita.

Minako se estremeció al sentir el delicado rose de los dedos de la mujer, encargándose de retirar con cuidado el resto de las lagrimas que segundos atrás surcaron sus sonrosadas mejillas.

- A un rostro tan hermoso le sienta mejor sonreír, estar triste no va con tu forma de ser Mina-chan – apuntó la mayor, regalándole una reconfortante sonrisa, Minako la miró fascinada, el reflejo del sol matutino contra el rostro de Hinata, formaba una especie de brillante aura a su alrededor, a la chiquilla le pareció un genuino ángel bajado del cielo – ¿hay algo que te esté molestando? – se quedó pensativa, dudaba si decirle o no a Hinata-oba la verdad; suspiró pausadamente antes de decir nada, sopesando cuidadosa sus siguientes palabras.

- Mamá se molestó conmigo – confesó al fin en un afligido tono. Hinata la escuchó paciente, dejándola desahogar sus infantiles mortificaciones – escuché de Inoue-kun sobre un lugar a las afueras de Konoha en donde crece una flor muy especial, dijo que si le regalas la flor a alguien con quien no te lleves bien los problemas con esa persona se solucionaran…, ayer, después de la academia, decidí ir a buscar la flor, el lugar quedaba más lejos de lo que pensé, así que sin darme cuenta se hizo noche, cuando regresé a la aldea un Ambu me interceptó y me llevó a casa... – los ojos de Minako se humedecieron de nuevo y una lagrima logró escapar – yo... yo quise darle la flor a mamá, pero ella la tiró al suelo... – ejerció mayor presión al agarrarse de la cadena que sostenía el columpio, tanta que los nudillos adoptaron un color blanquecino – ella me gritó y cuando yo quise explicarle me… me abofeteó… – su voz terminó por flaquear y las lagrimas fluyeron libremente otra vez, Hinata guardó silencio un minuto antes de decir nada, comprendía su dolor, cuántas veces ella no pasó por lo mismo.

- Los padres cometemos muchos errores Mina-chan… – explicó la Uchiha, comenzando a mecerse en el columpio, sintiendo la fresca brisa matutina chocar contra su nívea piel – protegemos tanto a nuestros hijos, que muchas veces terminamos dañándolos más que cualquier peligro externo, Naruto-kun y Sakura-chan te aman con todo su corazón y es porque te aman que tienen el deber de corregirte… – le miró de reojo, Minako seguía con la expresión dolida – Mina-chan, supongamos que tú tienes un gatito… has criado a ese gatito desde que nació, lo has alimentado y le has dado todo tu amor, es un ser indefenso al que quieres proteger de todo y de todos, por azares del destino un día ese gatito desaparece, no sabes a dónde ha ido, ni si algo malo le pasó ó si volverás a verlo, ¿cómo te sentirías?

- Me preocuparía mucho por él – aseguró apresuradamente – el gatito soy yo, ¿cierto Hinata-oba? – la mujer le sonrió complacida, comprendió de inmediato el punto que quería darle a entender.

- Tal vez para ti fue un juego, pero tu madre debió sufrir una angustia tremenda y la desesperación la obligó a actuar de la peor forma…, no conozco una madre que no ame a sus hijos y los anteponga por sobre todo – repentinamente el rostro de Hinata se tornó sombrío – yo también daría cualquier cosa por evitar que Mizuho-chan e Itachi-kun sufran – confundida de sus últimas palabras, Minako se le quedó viendo detenidamente, al sentirse observada, Hinata cambió automáticamente el tema de conversación, existía algo que le preocupa y tenía la certeza de que la pequeña podría ayudarla – ¿puedo preguntarte algo Mina-chan?

- Seguro – asintió rápidamente con un cabeceo.

- Sé que quieres mucho a Mizuho-chan, pero, ¿qué piensas de Itachi-kun?

- ¿Eh?, ¿Itachi-kun? – la chiquilla cerró los ojos y frunció un poco el entrecejo, como si la simple alusión al chico la pusiera de malas – que es un egoísta, papanatas, bueno para nada, perdóname Hinata-oba, ese hijo tuyo siempre me saca de quicio, si no fuera tan… tan… tan tonto…

- Ya me lo describiste, pero… ¿te agrada? – esta vez se quedó callada por más tiempo, escogiendo muy bien la respuesta que estaba por dar.

- No lo odio… – miró a Hinata, volvió la vista al frente y luego la vio de nuevo, indecisa, como si le costara expresarse – este… Hinata-oba ¿puedes guardar un secreto? – la aludía asintió con la cabeza – júrame que nunca se lo dirás a Itachi-baka

- Lo juro – alzó la mano frente a ella para darle mayor solemnidad al asunto.

- Realmente… realmente me cae bien, y pues… supongo que lo quiero un poquito… – balbuceo avergonzada y un tierno tinte rosa coloreó sus mejillas, Hinata se sintió tranquila con la respuesta, era su turno de plantearle su interés real.

- En ese caso te pediré un favor muy especial Mina-chan…

- ¿Un favor? – la chiquilla le miró curiosa, expectante sobre lo que Hinata podría pedirle, después de todo solo era una niña.

- ¿Podrías cuidar de él por mí? – fue evidente la sorpresa en Minako, antes que dijera nada para protestar, la Uchiha se le adelantó – es impulsivo y muchas veces no piensa en las consecuencias, no es prudente y sus comentarios suelen lastimar a las personas… – la rubia se cruzó de brazos, asintiendo con la cabeza a todo lo que Hinata decía – parece independiente pero necesita a alguien que cuide de él, un corazón tan noble lo vuelve vulnerable. Confío en que no llegué a pasar, sin embargo, cualquiera podría aprovecharse de él e influenciarle para mal, lo que intento pedirte es que trates de que no se meta en muchos problemas ¿me harías ese favor?

- ¿Yo? – dudó por un segundo, no entendía por qué Hinata-oba le pedía precisamente a ella ese favor, sabía de sobra que no se llevaba nada bien con Itachi, estaría en mejores manos con Miho-chan.

- Si lo dejo a tu cuidado, él estará bien – posó una mano sobre la cabeza de de la pequeña, aún se notaba titubeante – por favor Mina-chan – ya no pudo negarse, tuvo que aceptar, la súplica dibujada en su rostro era muy convincente.

- Descuida Hinata-oba, yo me encargaré de tenerlo a raya.

- ¿Es una promesa? – apartó la mano, alzando el dedo meñique para cerrar el acuerdo.

- Por supuesto, un Uzumaki jamás retrocede a su palabra… – entrelazó su meñique con el de ella y recitaron al mismo tiempo – ¡promesa de meñique, si miento me tragaré mil agujas... está sellado!

- Te lo agradezco…, este será nuestro pequeño secreto ¿de acuerdo? – ambas se sonrieron cómplices, Minako estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por complacerla, no era la primera vez que Hinata la ayudaba a esclarecer sus sentimientos, estaba satisfecha de poder ser capaz de devolverle el favor, hasta entonces la Uchiha fue su confidente y consejera en muchas de sus dudas, con sus palabras de apoyo solía despejar cualquier nube negra que quisiera ensombrecer su puro corazón – ahora si te apresuras, tal vez llegues a tiempo a la academia…

- ¡Si! – con nuevos bríos, la inquieta niña saltó del columpio, impulsivamente abrazó a Hinata para posteriormente salir corriendo a toda prisa y mientras se alejaba, se despidió de ella  a gritos – ¡gracias Hinata-oba y descuida, yo me haré cargo de poner a ese teme en su lugar cuando lo necesite! – la mayor no dejó de saludarla hasta que ésta se hubo perdido a la distancia, volvió el rostro y se quedó mirando por un rato al frente.

- Mina-chan es una niña encantadora… – lanzó al aire esas palabras sin sentido aparente, cerró los ojos y siguió balanceándose en el columpio.

- Estaba un poco preocupado por ella, gracias por solucionar el problema – del bosque cercano, alguien se abrió paso entre los arbustos y tomó asiento en el columpio que Minako dejara bacante.

- No tienes que agradecerme, Mina-chan es muy inteligente, se dio cuenta por si sola de sus errores… yo solo le di un empujoncito – expresó despreocupada, imprimiendo mayor velocidad en el ir y venir del columpio, sintiendo por un instante la emoción que experimentara tiempo atrás, cuando tenía la habilidad de saltar ágilmente; deliberadamente fue perdiendo el vuelo hasta estacionarse al lado de su amigo.

- Hiciste más de lo que Sakura o yo hubiéramos podido, últimamente todo va de mal en peor en nuestra relación y siento que Mina-chan es la más afectada.

- ¿Sakura y tú tienen problemas? – era raro apreciar esa seriedad en la actitud de Naruto y más insólito que él se expresara así, debía estar equivocada, pero le pareció escuchar a un hombre derrotado y definitivamente algo que jamás haría su amigo sería darse por vencido.

- Más de los que quisiera – se obligó a mostrarle una forzada sonrisa que terminó siendo una mueca deforme – me he hecho el desentendido de nuestra situación, pero cada día es más difícil llevar la vida en paz a su lado.

- La amas ¿cierto? – apuntó infalible, Naruto se sorprendió de la afirmación, estaba seguro de su respuesta, no así lo meditó por unos segundos.

- Mucho – no vaciló al decirlo, eso la tranquilizó.

- Estarán bien entonces, el Uzumaki Naruto que yo conozco encontrará la forma de remediar su situación…

- Entonces confiaré en tu palabra – Naruto finalmente mostró una sonrisa sincera. Su amistad se vio alimentada los últimos años por un fuerte lazo, forjado a base de camaradería y entendimiento mutuo, lo que contribuía a la confusión en los sentimientos que el Uzumaki le profesaba – ¿sabes?, cuando era pequeño tenía la sensación de ser observado, sonará tonto, pero esa presencia me reconfortaba, a diferencia de los aldeanos, no había ninguna mala intención de su parte, sentirla me alegraba y me hacía creer que no estaba tan solo – una deslumbrante sonrisa se amplió en sus labios mostrando su perfecta dentadura, sintió la necesidad de decírselo aún si ella lo ignoraba – llegué a pensar que era el espíritu de mi madre que estaba a mi lado para protegerme, alentándome siempre a dar lo mejor de mí…, nunca quise averiguar de quién se trataba, era mejor ignorarlo, temía que si me acercaba huirías tal y como hacían los demás.

- Jamás hubiera huido de ti, aunque tal vez sí que me hubiese desmayado

- Ya lo creo – rió de buena gana al recordar a la pequeña Hinata, de lo tonto que fue al creer que sus excesivos sonrojos se debían a alguna clase de alergia que él le provocaba, lo que ninguno sabía entonces, era que esa persistente alergia se llamaba enamoramiento y que si Naruto lo hubiera sabido, quizás ella ahora sería la persona más especial en su vida – ¿crees que nuestra relación sería la misma si me hubiera acercado a ti?

- Muchas veces me hice la misma pregunta y me recriminé porque de haber estado a tu lado, tú no hubieses sufrido tanto – una vez más él se sorprendió, nunca estuvo tan solo como creyó – lamento haber sido tan cobarde Naruto-kun… siempre fuiste importante para mí, tú me hiciste querer superarme, creer que a pesar de las malas rachas siempre hay un motivo para sonreír y salir adelante, me salvaste de tocar fondo – no podía creer lo que escuchaba, si bien nunca lo supo a ciencia cierta, creer que alguien lo apoyaba fue lo que le impidió darse por vencido, era él quien debía darle las gracias a ella y pensándolo detenidamente, debió haberlo sabido antes, Hinata fue la única que nunca mostró desprecio por él, a diferencia de todos, incluso sus actuales amigos, su trato era amable – gracias por haber sido mi modelo a seguir y por alentarme cuando lo necesité – le resultaron extrañas sus últimas palabras, le pareció más una despedida que un agradecimiento. No hilaría su verdadero significado hasta mucho después – ¿puedo pedirte un último favor Naruto-kun?, ¿podrían Sakura y tú hacerse cargo de los mellizos esta noche?, quisiera pasar un tiempo a solas con Sasuke.

- Claro Hinata, cuenta con ello – cualquier esperanza que pudo albergar, se disipó al escuchar el nombre de su amigo, por mucho que lo estimara a él, Sasuke era y seguiría siendo el único en su corazón por siempre.

Tenía lo que siempre deseó, logró hacerse respetar y cumplió el sueño de su niñez al convertirse en Hokage, Sakura-chan era su esposa, tenía una hija a la que adoraba, sin contar el retoño que venía en camino, entonces, ¿por qué aún sentía ese hueco en su corazón?, si lo analizaba con detenimiento encontraría la respuesta, le atemorizaba de sobremanera acertar en que su vida no era tan perfecta como lo deseaba y que la causante directa de ello era la mujer que lo acompañaba, haciéndolo dudar de tantas cosas de las que antes estuvo seguro, a menos de que pudieran reescribir su historia, sabía que no tenía sentido siquiera pensarlo, debía dejar ir definitivamente a Hinata, sólo entonces sentiría paz en su interior.

Platicaron por una hora más antes de despedirse, Naruto debió advertir la segunda señal que se le presentó ese día, Hinata lo abrazó fuertemente, agradeció su amistad y antes de soltarle, besó su mejilla, una situación similar se repitió a lo largo del día, visitó a sus familiares y amigos cercanos, siempre con el tiempo medido para cumplir con la promesa que había hecho a sus hijos.

Llegó puntualmente a la academia, justo cuando las clases terminaban, frente a ella no tardaron en aparecer los mellizos y la energética rubia que veía como a una hija más, con todo y los problemas que se le presentaron, Minako logró llegar a tiempo y se veía tan animada que difícilmente podría creerse que horas atrás estuviera hundida en un mar de depresión.

Los chicos caminaron frente a Hinata con rumbo a la torre del Hokage, de vez en cuando Itachi volvía la vista para asegurarse de que no era un sueño y ella realmente estaba ahí, terminó por convencerse que ya curada, su madre siempre estaría a su lado, sonrió confiado, si, todo volvería a ser como antes.

Al llegar a su destino una de las sirvientas les hizo pasar y junto con Sakura, Hinata se instaló en la sala de estar mientras los chicos subían a la habitación de Minako para jugar.

- Creí haber dejado claro la última vez que debías guardar reposo absoluto – desde el primer momento Sakura le expreso su preocupación al verla en pie, de ninguna forma podía permitir que Hinata siguiera tomándose su salud tan a la ligera.

- Agradezco tu preocupación Sakura-chan y te prometo que no volveré a desobedecerte, pero hoy no estoy aquí como tu paciente, así que me gustaría hablar contigo de otro tema… – sorbió lentamente su té – de hecho, si estoy aquí es porque Mina-chan me preocupa un poco.

- ¿Minako?…, ¿qué pasa con ella? – no pudo evitar angustiarse, para que Hinata estuviera exclusivamente ahí por ello, algo realmente malo debía estarle pasando a su hija.

- De alguna forma se le metió en la cabeza que no la quieres – dejó la taza de lado y la miró directamente a los ojos, pudiendo ver reflejado en los esmeralda de su compañera, el asombro que su comentario le causaba – tenía la idea de que si te daba una flor mágica todo se solucionaría entre ustedes y por lo que me dijo, tú rechazaste esa flor.

- Por dios… – Sakura se tapó la boca mortificada, recordando que Minako intentó decirle algo parecido la noche anterior, estaba tan sobresaltada por su desaparición que nunca se puso a pensar en sus sentimientos, ni los motivos que la llevaron a hacer lo que hizo.

- No soy quién para darte consejos sobre la crianza de tu hija, sé que tuviste tus razones para actuar como lo hiciste, sin embargo Mina-chan no lo siente así, tienes una niña maravillosa Sakura, Minako es muy inocente y le sería imposible guardar rencor en su corazón, no le des motivos para que cambie, no sabes lo duro que es para un niño el creer que no tiene el afecto de sus padres – avergonzada, Sakura desvió la mirada, se sintió terrible al pensar que su pequeña estaba sufriendo por su culpa.

- No tenía idea de que se sentía así… – su voz se quebró – soy una madre terrible – qué clase de monstruo debió haber sido para que Minako llegará al extremo de pensar que no la quería, se recriminó por darle una imagen tan equivocada, esa niña era el ser más importante en su vida, Hinata comprendió su dolor y se situó a su lado, tomando su mano para reconfortarla.

- No te recrimines, hiciste lo que creías correcto, si se lo explicas, Mina-chan también lo entenderá – Sakura asintió con la cabeza y se apartó, limpiando disimuladamente algunas lagrimas.

- ¿Mamá viste mi álbum de estampas? – la voz de la chiquilla atrajo la atención de ambas, Sakura le sonrió y se levantó de su asiento, encaminando sus pasos hacia la pequeña que estaba al pie de la escalera.

- No, seguro que Kimiko-san lo puso por ahí – dificultosamente, dado su avanzado embarazo, se inclinó para envolverla en sus brazos, desconcertada, la rubia no supo cómo reaccionar, pero Sakura no la soltó, era tiempo de empezar a rectificar sus errores. Hinata observó complacida la escena, contenta de que sus palabras no fueran en vano, una preocupación menos en su lista de pendientes; dejó a solas a madre e hija, seguramente tenían mucho de qué hablar, tanto como ella con sus hijos.

-o-

Entró sin hacer ruido a la habitación de Minako, los mellizos se disputaban la victoria en una partida de shogi, desde que Shikamaru tuvo la amabilidad de enseñarle a Itachi, éste se había vuelto un aguerrido jugador, y como necesitaba un contrincante, aún en contra de su voluntad, hizo de Mizuho su compañera de prácticas, a penas lo supo, Minako no se quedó atrás y le pidió a Naruto que la enseñara, con tal de superar al "teme".

Mizuho era realmente perceptiva, al sentir la presencia extraña alzó la mirada, creyendo que Mina-chan había regresado, con una seña Hinata le pidió que guardara silencio, ella asintió con la cabeza pues Itachi estaba tan concentrado en su próxima jugada, que le era imposible poner su atención en otra cosa que no fuera el tablero de shogi.

- Jaque… – pronunció él, rompiendo el silencio – mate – se alzó victorioso, un aplauso lo volvió de regreso a la realidad – ¡madre! – exclamó emocionado al verla.

- Felicidades Itachi-kun, eres un digno hijo de tu padre – lo dijo sin mala intención, Sasuke era muy hábil en el shogi, no era de extrañar que Shikamaru lo considerara su más difícil rival. La felicidad en el rostro de Itachi se desvaneció de pronto, en otro tiempo se hubiese sentido honrado por el halago, pero no ahora que sabía la verdad – ¿dije algo malo? – expresó al ver el abrupto cambio de ánimo, poniéndose de rodillas frente a él para estar a su altura.

- No… – sin importar que lo dijera, aparentaba todo lo contrarío – es solo que no me gusta que me compares con él.

- ¿Y por qué no?, tú padre es un hombre honorable – Mizuho enfocó los ojos en su hermano para ver la reacción al comentario, el tema de su padre era intocable incluso para ella, por más que quiso hacerle entender que su padre debió tener sus razones para hacer lo que hizo, Itachi se negó a escucharla.

- Eso no es cierto, él traicionó la aldea… – contestó a la defensiva.

- ¿Y tienes idea de por qué lo hizo? – la grave expresión de su madre lo hizo sentir culpable, parecía estarle recriminando el que pensara así, pero era tan terco que difícilmente cambiaría de parecer.

- No me importan sus motivos, él sigue siendo un traidor – recalcó obstinado.

- Ciertamente él cometió muchos errores y yo agradezco que los haya cometido o de lo contrario no podría estar a su lado ahora – ambos niños la miraron fijamente, incrédulos de lo que decía – Sasuke no es quien piensas Itachi-kun, solo dios sabe si yo no hubiese hecho lo mismo estando en su lugar.

- ¿Qué fue lo que le ocurrió a padre? – esta vez fue el turno de Mizuho de preguntar, materializando sin saberlo el deseo de su hermano, quien sentía igual curiosidad.

- No es algo de lo que podamos hablar aquí y después de todo, Sasuke es el único que podrá responder sus dudas – los mellizos se miraron confundidos – confío en que este asunto se aclare pronto y volvamos a ser una familia unida... – les sonrió – pase lo que pase, nunca olviden lo mucho que su padre y yo los queremos, la verdad será desagradable, pero estoy segura que si se mantienen juntos podrán afrontar lo que sea… – sin entender del todo sus palabras, sintieron el cálido abrazo de su madre – cuiden el uno del otro como hasta ahora, y cuiden también a su padre, es más vulnerable de lo que piensan…, traten de no darle muchos problemas ¿de acuerdo? – pensando que se refería a otra cosa, los niños asintieron con la cabeza – bien mis pequeños, ya es hora de que me vaya– se apartó un poco para verlos. De camino a la torre del Hokage, Hinata les explicó que pasarían la noche en casa de los Uzumaki – pórtense bien y sean buenos niños – antes de despedirse besó afectuosamente su frente – los amo – murmuró al separarse. Itachi sintió la extraña necesidad de retenerla y antes de que se marchara la sujetó de la manga del kimono – ¿qué pasa Itachi-kun? – extrañada de su reacción lo miró atentamente, pero él no daba muestras de querer hablar.

- Yo… – balbuceó, sonrojándose hasta las orejas – yo también te amo mamá… – Hinata se sonrió de forma extraña, quiso decir algo, pero se arrepintió y se limitó a besarlo de nuevo, esta vez en la mejilla.

Había tanto por decir aún, pero consideró que era mejor dejarlo así, se marchó en silencio, al verla alejarse Itachi sintió una molesta opresión en su pecho, su melliza pareció sentir lo mismo ya que colocó su mano empuñada a la altura de su corazón, cuando cerró la puerta tras ella, ambos se tomaron de la mano, inexplicable impulso nacido de lo más profundo.

-o-

Sasuke se apresuró a cumplir con sus obligaciones, durante todo el día no pudo pensar más que en Hinata, en si los sucesos vividos a tempranas horas eran una vana ilusión de su corazón anhelante. La nota en la puerta principal que encontró a su llegada desvaneció los fantasmas de su indecisión, escrita por puño y letra de su amada esposa: “Espero por ti en el comedor”.

La ambición de intimidad creció inmensurable, Sasuke acató sin reparos lo dicho en la nota y se dirigió al lugar acordado. Tenían la casa para ellos solos, los mellizos dormirían con los Uzumaki, Yoko por su parte, en casa de una amiga, dado que Hinata le había dado la noche libre. Sasuke se emocionó al adentrarse en el comedor, divisando la deliciosa cena que compartiría con su esposa a la luz de las velas.

- Bienvenido a casa – una radiante Hinata apareció de pie junto a la mesa, llevaba un elegante vestido de noche color azul, su largo cabello le caía en cascada por la espalda, recogido apenas con la especial peineta de plata que él le hubiera obsequiado en su primer cumpleaños juntos. Deseó tanto volver a verla así, que le era difícil creer no estar soñando.

Resultó una agradable velada, platicar de tantas cosas y sentir la felicidad de dos adolescentes enamorados, capaces de hablar por horas y no decir nada en realidad, Sasuke no recordaba haber reído tanto en un largo tiempo, encantado con su inteligencia y perspicacia al contestar.

Al término de la cena, Hinata preparó el baño, tomándose su tiempo para continuar charlando y reír de cualquier tontería, relajándose en la tibiez de las aguas, sin prisas, inmersos en el agradable contacto de sus cuerpos desnudos. Él la abrazó por la espalda y besó su cuello, el juego de seducción se centró en simples caricias, la intimidad iba más allá del sexo, disfrutar de la presencia y contacto del otro era parte de su ritual amoroso. Su estancia en la tina se prolongó hasta que las yemas de los dedos se plegaron, convencido de que esa noche no llegarían más allá, Sasuke se adelantó a ponerse el pijama, contrario a Hinata que tenía otra idea en mente.

- Por esta noche tú serás mío – aseguró ella de manera tentativa, apareciendo frente a él con un sugerente modelo de seda blanca, bordeada por un delicado encaje, un conjunto que Ino le ayudó a elegir esa misma mañana y que seguramente volvería loco a Sasuke. Nuevamente debía dar crédito a su amiga por la sugerencia, él no le quitaba los ojos de encima, desvistiéndola ya con la mirada.

- Siempre he sido tuyo – dijo distraído, examinando el modelito que realzaba el torneado cuerpo de su mujer. Sin importar cuántos meses hubiera pasado en cama, Hinata no perdió las exuberantes curvas que la caracterizaban.

- Entonces Sasuke-koi, supongo que no habrá ningún inconveniente en que juguemos un poco – no supo qué fue lo que lo desubicó más, si el sensual tono de voz que utilizaba ó su contrastante actitud de genuina inocencia, posando infantilmente el dedo índice a la altura del mentón.

- En lo absoluto… – negó con la cabeza, siguiéndole la corriente, si ella quería jugar, ¿quién era él para privarla de dicho placer?

Complacida, Hinata dio inició con una audaz caricia en los labios de Sasuke, los delineó con la yema de su pulgar, tomándose su tiempo para hacer lo mismo con cada una de sus facciones, quería guardar dentro de su corazón, de su misma alma, hasta el más pequeño detalle de su fisonomía.

Esa noche se entregó a él como nunca antes y correspondiéndola en igual medida, él la amó de muchas formas, explotando al máximo el placer de sus sentidos, llegando en un par de ocasiones a la cúspide del placer carnal. Al cuarto de que el reloj marcara las doce, cayeron rendidos, exhaustos por el agotamiento, pero con una gran sonrisa en los labios que denotaba la satisfacción que experimentaban.

Sus cuerpos expuestos descansaron uno sobre el otro, sus manos entrelazadas se mantuvieron así, jadeantes y exhaustos, retozando en silencio, sin la necia necesidad de hablar para comprenderse, las caricias y besos expresaban más que cualquier cosa que pudieran decir con palabras, fue un intenso desenlace para un día que Uchiha Sasuke no podría olvidar el resto de su vida.

- ¿Sasuke? – la musical voz resonó dulcemente en los oídos del aludido.

- ¿Dime? – expresó en un suave murmullo, besando nuevamente su cabeza, sin dejar de acariciar los largos cabellos de color azabache.

- Ha llegado el momento... – exhaló con aquel cansancio que se tiene antes dormir.

- ¿El momento? – se confundió con la declarativa, no lo entendió, había llegado el momento, pero el momento ¿de qué?

- Es tiempo de que nos digamos adiós – su voz se escuchó fatigada, incluso apagada, Sasuke abrió desmesuradamente los párpados, un escalofrío le recorrió la espina y junto con él, un sombrío presentimiento le oprimió el corazón, intuyendo a qué se refería.

- ¿De…? ¿de qué hablas? – inútilmente se mostró sereno, ajeno a lo dicho, la terrible zozobra iba en aumento, sofocando inclusive su respiración – ¿por qué te despides como si no fuésemos a vernos de nuevo? – Hinata hizo un gran esfuerzo al apartarse para encararlo, lo miró directamente a los ojos y le sonrió con dulzura, acariciando su mejilla con el suave roce de sus dedos.

- Lo... lo siento tanto Sasuke-koi, me temo que así será... – la aparente entereza en su rostro se desvaneció al verla sonreír.

- Hinata no puedes... – murmuró taciturno – ¿qué voy a hacer sin ti? – por más que quiso, no pudo eliminar la nota de dolor en su voz ó su expresión.

- Nada… nada cambiara, aunque yo ya no esté vas a seguir siendo un buen padre..., un buen amigo y por sobre todo, un buen hombre... – la agridulce sonrisa en sus labios se mantuvo, inclusive con las amenazadoras lagrimas que sin importar sus esfuerzos, no pudo retener.

- Hinata no me hagas esto,... yo... yo no puedo solo... – su esposa tomó una de sus manos entre la suya y la besó con dulzura.

- Por supuesto que podrás, el Sasuke al que amo puede con eso y mucho más... – su voz se fue extinguiendo lentamente, el cansancio y el sueño le estaban ganando la batalla.

- Me sobreestimas demasiado, siempre lo has hecho.

- Es porque confío en ti y... y sé... sé que no me defraudaras..., gracias mi amor por hacerme tan dichosa... – y dejó escapar su último aliento, sus manos cayeron rígidas sobre la cama, soltando la mano de Sasuke que aún sostenía, su corazón se había detenido finalmente.

Por un segundo, Sasuke miró la apacible expresión en el rostro de Hinata, se veía tan tranquila, que daba la impresión de estar dormida, pero cuando comprendió que ya nunca más volvería a ver el brillo en sus ojos, a escuchar su dulce voz ó a sentir su calidez, una rabia indescriptible se apoderó de su ser.

- ¿Hinata?… – la llamó en un desesperado intento de retenerla, lo que ya era imposible – princesa... mi amor no, por favor no… – y por primera vez desde la muerte de su hermano experimentó el desgarrador dolor de la perdida, abrazó abatido el cuerpo desnudo de su esposa, lo acunó en sus brazos y la llamó una y otra vez con la fugaz esperanza de recuperarla – ¡NO! – gritó destrozado, habiendo comprendido que ella no regresaría por más que la llamara – ¡MALDICIÓN NO! ¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO! – lagrimas de rabia, impotencia y desolación surcaron sus mejilla, siempre lo supo, sabía que ese día llegaría y aún así no estaba listo para renunciar a ella, a su esposa, al amor de su vida, no solamente Hinata había muerto esa noche, parte de su corazón, de su misma alma partieron con ella.

Si tan solo la hubiera conocido antes y si esa maldita enfermedad no hubiera existido, la tendría aún a su lado, podría disfrutar de ella, de su hermosa sonrisa, del calor de su cuerpo, de su extraordinaria forma de ser.

La cuenta regresiva llegó a su fin, una vez detenido el reloj de su vida ya no había marcha atrás, por más que lo deseara y por más que suplicara ella no regresaría, le resultara cruel admitido, pero lo cierto es que pese a los esfuerzos de los vivos, los muertos no pueden volver a la vida sin romper un tabú.

Continuará…
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